Este es un antiguo ejemplo de la lucha del consumidor contra los vendedores. Parece que a principios del siglo XX ya era un problema tener que aguantar a vendores que iban de puerta en puerta haciendo visitas inoportunas.
Publican en Modern Mechanix que, para evitar esos problemas, este invento (que llegó a anunciar el propio Gary Cooper, al que vemos en la foto) estaba compuesto por una cajetilla que obligaba al visitante a introducir 10 centavos para poder hacer sonar el timbre. Si la visita era esperada o de un amigo, sin problemas, le abrías y le devolvías su dinero, pero si el visitante era un indeseable, éste ya sabía que, si llamaba, tenía muchas posibilidades de perder esos centavos.
Lo más curioso es que, aunque hoy en día no parece tener mucha aplicación, se basa en el mismo concepto que algunas ideas que han surgido para evitar problemas “modernos”, como el spam en el correo electrónico o, como decíamos antes, los torturantes telemarketers. Lo explican en Microsiervos:
Más interesante resulta que se trata de la misma teoría que alguna vez se ha intentado aplicar como sistema anti-spam para evitar el correo basura: que cada envío de correo que hiciera un emisor tuviera un «coste simbólico» pero real mínimo (ej. un micropago de un céntimo de euro) que el receptor devolviera automáticamente en caso de que no marcara el mensaje como spam.
En cambio, si la persona que recibe el mensaje lo considerara en la categoría de «no solicitado», se podría quedar con el micropago. A los que envían los mensajes les saldrá tan caro perder todo ese dinero que la gente no les iba a devolver, que no les resultaría rentable.
Lo mismo podría aplicarse de algún modo a las llamadas de telemarketing por teléfono no solicitadas, SMSs publicitarios, spit o spam por voz IP y demás fauna. Por lo que se ve el invento en cuestión no fue muy exitoso y no lo logró en su era, así que tal vez su aplicación al email en la actual tampoco lo fuera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario